Monday, March 11, 2013

Going to the library

© Hans Hillewaert / CC-BY-SA-3.0
I grew up using the public library in my hometown. I loved it. When I moved to Mexico, I discovered that public libraries in Mexico are, with the exception of a select few, places of non-existant disability access, worn linoleum, rudely indifferent librarians, out-of-date reference material and broken chairs. 
But there is a silver lining to this grey cloud. In the city where we live, there is a private library for children that we have attended for some time now. One of the coordinators asked me to write about a recent experience we had a "literary supper". It was a wonderfull experience and places like Bunko Papalote are what make my life in Mexico a little bit more enjoyable. Here is my editorial of "una velada literia" for Bunko Papalote

Una Velada Literaria

Un tiempo para estar con mis hijos, un tiempo en donde habrá actividades estructurados para ellos y donde podré convivir con otros adultos al mismo tiempo.
La realización de esa última oración se ha convertido en un bálsamo para mis nervios, un alivio para mi estrés de “mama moderna”.  La ultima velada literario organizado en Bunko Papalote Morelia, fue justamente eso: un espacio en donde pude estar con mis tres hijos de diez y cuatro años y mi bebe de nueve meses y vivirlo de una manera des estresante y relajadora.  Hubo una actividad para l@s niñ@s que me encantó: trabajaron con cajas de cartón, rollos vacíos de papel higiénico, papel de colores, y más material para hacer árboles navideños. A mí me fascina el aspecto de re-utilizar la “basura” en las manualidades.  (Y a través de los años en Bunko he sido testigo del compromiso que tienen en ser un espacio verde.)  
Los arboles de mis niños son encantadores y aun a estas alturas del año, son el orgullo de la mesa de la cocina (él bebe no pudo hacer la manualidad ya que las bolitas de papel eran irresistibles para él y quiso comerse los todos). Para las mamas y papas hubo una meditación guidad presentado por Edith.  La meditación era relajadora y estimulante a la vez. Y cuando llegaron mis niños más grandes con sus árboles navideños, fue con singular alegría que les mostré un paquete pequeño también hecho de un rollo vacío de papel higiénico.  Mi hijo de cuatro tenía más curiosidad por el paquete y le explique que les tenía un regalito para ellos que íbamos a abrir en casa.  El regalo era un dibujo que hice como parte de la reflexión después de la mediación guidada.
La velada termino con hamburguesas vegetarianas deliciosas y mis hijos pidiendo quedarse más tiempo.  Cuando dos niños de diez y cuatro piden quedarse más tiempo en una biblioteca, es cuando supe que la lectura se vive de muchas formas.  Como familia vivimos la lectura día al día, y eso es gracias a Bunko Papalote.